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Pepa Martín

Mi infancia estuvo rodeada de historias y leyendas que tomaban forma y color cuando iba a visitar a la Señora Pepa en busca de la leche recién ordeñada.

 

Mientras cruzaba el monte de camino hacia allí, cada paso me introducía en un mundo que parecía esconder más misterios y luces de los que yo podía ver en mi vida cotidiana. Aquel era mi propio cuento.

 

Me acuerdo de los paseos para ir a buscar las castañas o a por las mazorcas de maíz, y del “Cruceiro” que me vigilaba de lejos, unas veces para saludarme desde el camino y otras como personaje del pasado que despertaba en mí la intriga y la curiosidad.

 

A veces creo que en aquellos momentos el cielo me leía la mente y cambiaba sus colores como fiel reflejo de mis pensamientos. Así llenaba yo mis cuentos con “estampas”.

 

En mi tiempo, comprar un libro era símbolo de tener dinero o poder, y yo carecía de semejantes privilegios. Así que, la primera vez que un libro llegó a mí fue a la edad de dieciséis años. “Las rimas y leyendas” de Bécquer se convirtieron en mi bien más preciado y lo escondí cual pirata a su tesoro.

 

Por eso, hoy más que nunca, nuestros niños necesitan que las ilustraciones, los colores y la imaginación se protejan en sus vidas, porque ellos ya no tienen bosques llenos de secretos o “cruceiros” que dejen volar su imaginación.

 

Y debemos de ser nosotros los encargados, y enseñarles lo que los ilustradores nos regalan en sus obras para que esos niños y niñas dibujen sus propias fantasías y aprendan como hicimos nosotros, a amar la vida y la lectura.

Pepa Martín

Mariscadora de cuentos

Y entrenadora de imaginación. 

Mariscadora de Cuentos
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